Se puede hablar un universo de palabras sobre el Karma, porque es en él donde se desarrolla la vida, es la vida misma, la secuencia continua. La consecuencia.
Karma, es una palabra que significa consecuencia, es toda un área de estudio dentro de la filosofía ancestral de oriente, se centra en la observación de la causa y el efecto.
Cada acción tiene una reacción o una cadena de reacciones. La experiencia vivencial se crea a través de actos, impulsos, movimientos, frecuencias y energía en general que siempre están generando consecuencias. Podríamos decir que el vínculo entre la causa y el efecto es el motor que mueve al universo. Todo lo que sucede en el tiempo. El karma o la consecuencia, solo para facilitar su comprensión, se explica en cuatro categorías:
1) Las consecuencias sobre uno mismo que provienen de otro actor, otro tiempo y otra circunstancia: si el efecto es que hablamos español, su causa es un acto que se origina en un pasado más lejano a la llegada de Colón en 1492. Si el efecto es tener los ojos verdes, la causa es un intercambio genético en la fecundación, que determinó las características físicas, por razones hereditarias y químicas. En ambos casos, nuestra voluntad es ajena a la consecuencia, sin embargo recae sobre nosotros. El mercado hipotecario en Estados Unidos se vino abajo y en México se cierra una empresa que hace bolsas de plástico. La causa, es decir la caída del mercado hipotecario en otro país, es lejana, anterior y distinta a la consecuencia.
2) Las consecuencias generadas sin objetivo: pintarse los ojos usando el retrovisor no tiene que ver con confundir el freno con el acelerador y chocar con 5 coches, afectando a los otros conductores, causando tráfico, movilizando a los agentes de seguros, generando quizás muchas consecuencias sin objetivo, accidentales. Al comerte dos litros de helado de chocolate, seguramente tu objetivo no es acumularlo en la cintura, ni generar una recarga intestinal, pero sucede. Todo lo accidental entra dentro de esta categoría.
3) Las consecuencias esperadas de los actos voluntarios: escribir esto, ir de compras, iniciar y terminar una carrera profesional. Aquí cabe toda acción que haya alcanzado sus fines o esté en vías de lograrlo sin importar el tipo de acto, su complejidad o su simpleza: bañarse, manejar, pagar algo en el banco, hacer un contrato, etcétera. Son acciones conscientes y su consecuencia es lo buscado.
4) Las consecuencias de las acciones correctas: la palabra “correcta” no tiene esa connotación moralista de hacer el bien, lo correcto es lograr lo que se quiere, para lo cual es importante saber con precisión qué es lo que buscamos, y quizá ésta es la pregunta que le da sentido a la existencia: ¿qué buscamos?. Vivir dentro de la ley de la causa y el efecto. Además crear puede ser la mayor satisfacción. Es decir, generar la acción correcta, para un artista expresar, para un legislador o un juez, generar y mantener un orden social justo, para un delantero meter todo tipo de goles, para un músico interpretar una melodía. La acción correcta es aquella que deseamos, que nos libera, que nos realiza, toda obra en la que se explotan los dones. El talento, la virtud y la capacidad es parte de la acción correcta, a esa acción se le denomina “Dharma”. Y es el Dharma lo que le da sentido a la existencia humana.
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